Liga Madrileña. Jornada de puente con un solo partido



Volvía Fenix D a jugar fuera de casa, esta vez en el verde recinto de Puerta de Hierro. El sol rajaba la tierra a las 4 de la tarde de un Sábado de primavera tardía, aunque la rajaba para todos por igual. Una pista de apariencia inocente y lustrosa, pero que nos resultó todo un enigma a la hora de calibrar el juego. Parecía que patinase uno en un sueño, en el cual la velocidad es inversamente proporcional a las ganas y fuerza aplicadas al cuerpo. 

En fin. Toda una fiesta.  Las palabras de Bego fueron claras: “nada de regates, mucho disparo a puerta. No tienen recambio de portero”. Probablemente habló Bego en arameo, pues ni caso le hicimos hasta bien entrada la segunda parte. 

Pero primero el inicio. Arrancó el partido cuando aun no habían caído sombras sobre la pista. En esos primeros minutos, entre cambios rápidos de líneas , estábamos bien parados, concentrados, conteniendo a los jugadores claves contrarios, y neutralizando penalizaciones.  Pero en una jugada desafortunada, luego de que Juan Carlos tapara un disparo muy difícil, casi sin tiempo a reaccionar, un rebote favoreció al 12 contrario, quien abrió el marcador.  Golpe de impacto. Ellos eran quienes tiraban a puerta; tozudos nosotros armábamos jugadas interesantes hasta 3/4 de pista, pero llegábamos a portería contraria sin aire. La diferencia de edad no nos ayudaba. 

A partir de entonces, los goles contrarios fueron cayendo con más frecuencia, para terminar la primera parte con un 8-0 inapelable. 

Con algunos (algún) jugador cargado en faltas, y visiblemente cansados, de poco sirvió la charla motivacional de Bego durante el entretiempo.  Arrancamos la segunda parte con la misma dinámica del final de la primera. Hubo cambio de portero, Almu (gran carácter y partido). Dos goles de Fer antes de su expulsión definitiva no sirvieron para levantar vuelo.  Tampoco ayudaba la mezcla de luces y sombras que generaba la proyección de los arboles sobre la pista, kriptonita para quien escribe. 

Los goles contrarios siguieron cayendo, y ya con 2 jugadores fuera de combate, el equipo poco pudo hacer frente al orden y pragmatismo del equipo contrario. 

Se acabó la cosa quien sabe cuanto a 2.  Por suerte estaba Irene con sus dulces delicias para levantar el alma. 

Crónica: Clodomiro Ferreira

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